La familia en el Estrella Polar (fragmento)Enid Blyton
La familia en el Estrella Polar (fragmento)

"A medida que se aproximaban al sur, los rayos del sol se tornaban más cálidos. Los niños llevaban la menos ropa posible. Los pasajeros se habían convertido en una gran familia, ya que ahora que no había tierra a la vista tenían que cifrar su interés en la vida de a bordo y charlar y jugar unos con otros.
Hubo un simulacro de salvamento. Fue divertido. Se instruyó a todo el mundo sobre el lugar a que habrían de dirigirse en caso de peligro. Los niños sabían exactamente el bote que debían ocupar y la forma de colocarse rápidamente un cinturón salvavidas, de modo que si en algún momento se viera en peligro el «Estrella Polar», pudieran salvarse.
—Si todo el mundo sabe lo que debe hacer y a dónde debe ir, no cunde el pánico ni hay confusión —elijo papá—. Y hemos de recordar que, como la tos ferina, el miedo es contagioso, y debemos ser siempre valientes, especialmente estando con una multitud de seres en peligro.
—¿La valentía también se contagia?
—Desde luego —fue la respuesta de papá—. Y es bueno que se contagie. ¡Uno desea transmitirla a tanta gente como le sea posible!
Los días comenzaron a transcurrir demasiado rápidamente. El sol brillaba todos los días. ¡Y entonces arribaron al siguiente puerto que debían visitar!
—Pronto llegaremos a la isla de Madeira —les dijo mamá—. Os gustará. Os llevaremos a dar un paseo en un carro tirado por bueyes por unas callejuelas muy estrechas, empedradas con pequeños guijarros.
—¡Un carro tirado por bueyes! —exclamó Belinda—. Me gustará. ¿Por qué no tenemos bueyes en nuestra país? Creo que serían mucho más agradables que los autobuses.
Madeira era preciosa. El «Estrella Polar» se fue acercando más y más a la isla bañada por el sol, y por fin atracó en el muelle, mientras muchas personas corrían por el puerto parloteando excitadas y dándoles la bienvenida.
Los niños estaban deseando bajar a tierra, ¡les parecía haber estado mucho tiempo sin verla! Se sentían extraños cuando bajaron al muelle.
—Resulta tan firme después del cabeceo y balanceo del barco —observó Mike—, ¡Ahora tengo pies de mar en vez de pies terrestres! "



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