Anestesia local (fragmento)Günter Grass
Anestesia local (fragmento)

"Cuando el maestro Eberhard Starusch tuvo que someterse a tratamiento odontológico, se le practicó una intervención que afectaba tanto a su maxilar inferior como al superior y había de corregir la posición de su dentadura.
Después del tratamiento del maxilar inferior, el dentista y el maestro se pusieron de acuerdo acerca de un descanso de quince días, y con la palabra descanso en su lengua engruesada dejó el maestro, mientras la anestesia local iba cediendo, el consultorio del dentista. La media absolución, el vacío temporalmente limitado, el tiempo ganado. «Ya sabe usted lo que le espera todavía. Repóngase un poco.»
Cuando el maestro se iba acercando en un taxi a su domicilio, las dos tabletas de Arantil que se había tomado en el consultorio del dentista no empezaban a producir efecto todavía. Abandonó el taxi con dolores y apretó la llave de la puerta de su casa. Delante de ésta, al lado de los ocho por seis botones de los timbres, esperaba un alumno al maestro y quería hablarle de la manera como en ocasiones han de hablar los alumnos a sus profesores, esto es: «urgentemente».
A dos grados bajo cero el maestro tuvo que abrir la boca: «Ahora no, Scherbaum. Vengo del dentista. ¿Es muy urgente?».
El alumno Scherbaum dijo: «Puede aguardar también hasta mañana, pero urgente sí lo es».
Llevaba un perro consigo, un podenco de pelo largo. Los dos se fueron corriendo antes de que penetrara yo en la casa.
Enseña, se pasea, se prepara, espera, resume, inventa otra cosa, cita un ejemplo, valora, educa.
El maestro es un concepto. De los maestros se espera algo. De un maestro esperamos algo más. Faltan maestros. Los alumnos se sientan y miran hacia adelante.
Cuando el maestro tuvo que someterse a un tratamiento dental, dijo a sus alumnas y alumnos: «Tened consideración con vuestro pobre maestro. Ha tenido que entregarse a un sacamuelas, y sufre».
El maestro en sí. (Está sentado en el invernáculo y corrige composiciones.) El maestro, dividido en casillas, como maestro de escuela primaria, como maestro de secundaria, como maestro titulado, maestro de internado, maestro vocacional. El educador o pedagogo. (Cuando decimos maestro, queremos decir maestro alemán.) Habita en una provincia pedagógica no delimitada todavía, pero necesitada ya de reforma en el proyecto, y pese a toda su angostura, concebida como de extensión universal.
El maestro es una figura. Antes el maestro era un excéntrico. Aun hoy dicen los alumnos con ligereza: «pedante», al referirse al maestro, de modo análogo a como yo hablé de un sacamuelas cuando me proponía dar a mi dentista un tinte de sadismo. (Mientras conversábamos todavía uno con otro, dejamos de lado al sacamuelas y al pedante, sin sufrir a causa de estas burdas clasificaciones.)
Dijo él: «Por supuesto, hay una infinidad de anécdotas en las que el dentista es objeto de pullas como agente de tortura. Es el eterno curandero.»
Dije yo: «Al maestro, sea de la escuela o de la clase que sea, sea cual sea el patio de escuela en que quiera entrar y sea cual sea la asamblea de padres de familia a la que deba dar explicaciones y rendir cuentas, le estorba la figura del maestro. Los maestros han de recordar a otros maestros. No solamente a maestros que se han tenido, sino también a figuras literarias de maestros, tales como el doctor Windhebel, de Kluge, o cualquier otra figura de maestro en Otto Ernst; del mismo modo que, en términos generales, la figura del maestro fija criterios. El maestro en Jeremías Gotthelf. (Se nos sigue midiendo todavía según las alegrías y los pesares del maestro de escuela de aldea.) El maestro como hijo de un maestro, tal como lo ve Raabe en la Crónica de la callejuela de los gorriones. Y le digo a usted, todos esos pequeños maestros de escuela Wuz, esos tuberculosos como Karl Silberlöffel, el mismo Flachsmann como educador y las migajas pedagógicas del inspector Pollack; el maestro de escuela rural Karsten, también el maestro Rölke, de Grimm, así como, ay, los maestros de bachillerato, de quienes se dice que en cuanto filólogos han ocupado desde siempre una posición especial; en Wiechert, en Binding, a todos, a todos hemos de arrastrarlos con nosotros, para que se nos pueda medir por su patrón. "



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