Cabezas verdes, manos azules (fragmento)Paul Bowles
Cabezas verdes, manos azules (fragmento)

"El elemento aislable más importante del folclore marroquí es su música. En un país como éste, donde lo normal ha sido el analfabetismo casi absoluto, la producción de la literatura escrita es, naturalmente, desdeñable. Por otra parte, al igual que los negros de África occidental, los marroquíes poseen un sentido del ritmo magnífico y muy desarrollado que se manifiesta en las artes gemelas de la música y de la danza. El islam, sin embargo, no ve con buenos ojos ningún tipo de baile, y, por tanto, el arte de la danza, aunque es un modo natural de expresión religiosa de la población nativa, no se ha alentado aquí desde la llegada de los conquistadores musulmanes. De este modo, el propio analfabetismo que durante siglos imposibilitó una literatura, ha estimulado el desarrollo de la música: toda la historia y la mitología del pueblo están entreveradas de canciones. En lugar de autores de crónicas y poetas han surgido instrumentistas y cantantes; incluso en la última fase de la evolución del país —la guerra por la independencia y la instauración de los actuales regímenes predemocráticos— todas las fases de la lucha se han celebrado en un sinnúmero de canciones.
Los bereberes ya desde el neolítico tuvieron su propia música y la siguen teniendo. Es un arte con mucha percusión, con complicadas yuxtaposiciones de ritmos, una limitada gama de escalas (a menudo de nada más que tres tonos adyacentes) y una única manera de vocalizar. Como la mayoría de los africanos, los bereberes desarrollaron una música de participación masiva, una música cuyos efectos psicológicos estaban dirigidos con cierta frecuencia a provocar estados hipnóticos. Cuando los árabes invadieron el territorio trajeron consigo música de tipo muy distinto, dirigida al individuo, que pretendía por medios sensibles generar un estado favorable a la especulación filosófica. En medio del hostil paisaje de Marruecos construyeron sus grandes ciudades amuralladas donde se atrincheraron y desde las cuales lanzaban a sus soldados para continuar la conquista en dirección sur, hacia el Sudán, y en dirección norte, hacia Europa. Con la importación de gran número de esclavos negros, la cultura de las ciudades dejó de ser puramente árabe (el hijo de la unión entre una esclava y su amo se consideraba legítimo). En las llanuras del centro del país y al pie de las montañas del norte la música bereber absorbió muchos elementos de la música árabe, mientras que en la zona presahariana tomó elementos de la música negra, pero en ambos casos siguió siendo un producto híbrido. Sólo en las regiones que seguían siendo por lo general inaccesibles para los no bereberes —aproximadamente, las propias montañas y las altas mesetas— la música bereber quedó intacta, como un arte puramente autóctono. "



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