Ocho hacia la eternidad (fragmento)Cecil Roberts
Ocho hacia la eternidad (fragmento)

"Se acomodaron a su existencia neolítica, ocasionando y recibiendo la muerte. Sobre ellos se encontraba el objetivo, el ruinoso monasterio, y más cerca, a escasamente quinientos metros de distancia, el enemigo que habitaba también en parecidas condiciones. En aquel terreno cubierto de árboles destrozados, todos se conocían perfectamente. Se vivía una existencia nocturna. El menor descuido podía ocasionar un disgusto. Incluso las exigencias de la naturaleza, por apremiantes que fuesen, debían verse pospuestas hasta la llegada de la noche. Eran demasiados los que habían partido hacia el más allá, tras una visita a la letrina. A pesar de todo, formaban un grupo alegre, unido por la desesperación y una indiferente valentía. El mundo normal cesaba a seis kilómetros de distancia, hacia su retaguardia. La suya era una existencia restringida, limitada a la falda de aquel monte destrozado por las bombas, y con la supervivencia y el deseo de matar como objetivos únicos. La intimidad era total, y cada defecto o cada virtud sobresalían de un modo claro. Ningún detalle podía escapar al implacable examen de aquellos hombres, unidos por la lucha. Cada cual aparecía tal como era, con sus amores y sus odios, sus rarezas y sus ensueños. Se burlaban de sí mismos, sin tratar de aparecer heroicos, hasta el punto de parecer como si fuesen a trocar la totalidad de sus virtudes a cambio de una semana de permiso o de cinco minutos de intimidad con una mujer desconocida. El ser físico, envuelto en su suciedad, molestado por los insectos, por los malos olores, por el frío, la lluvia y la tristeza, parecía ser el único existente, hasta que en un breve destello la imagen de Dios parecía iluminarlos ante el espontáneo sacrificio de su vida. "


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