Años de gracia (fragmento)Margaret Ayer Barnes
Años de gracia (fragmento)

"El sol de agosto iluminaba la neblina suspendida sobre el familiar paisaje del prado, la playa y la bahía. La bahía de Seaconsit estaba llena de embarcaciones de vela. Las regatas del sábado por la tarde comenzarían media hora después. La lancha del suegro de Jane estaba fondeada, lista para seguir a los participantes por todo el recorrido y Jane divisaba a su suegro, con chaqueta azul y pantalones blancos, de pie en un extremo del muelle con los prismáticos en la mano. Miraba a Alden y a Silly, que ya rodeaban la primera boya en su velero, maniobrando para colocarse en posición a pesar de que aún faltaba media hora para la salida.
Mrs. Carver también los observaba. Jane estaba segura de que los contemplaba desde una ventana del salón. Pero lo hacía sin prismáticos. Durante las regatas vespertinas, los prismáticos se convertían en propiedad exclusiva de Mrs. Carver. Nadie hubiera pensado en tocarlos siquiera.
Jane cogió las agujas y comenzó a tejer. Estaba haciendo un suéter azul para su hija de catorce años, siguiendo el modelo que publicaba la página de labores de The Woman’s Home Magazine. Extendió la revista en el suelo del pórtico, junto a ella, y se dedicó plácidamente a su trabajo. El suéter le sentaría muy bien a Cicily: Cuando lo acabase, le haría otro a Jenny y un tercero al pequeño Steve, pese a lo mucho que al niño le disgustaba vestir como sus hermanas. Los tres pequeños eran muy rubios. Como todos los Carver, pensó Jane con un suspiro. Cuando alzó la mirada pudo ver, en la playa, a su hijo inclinado sobre su cuaderno de dibujo, y vigilado a corta distancia por la enfermera, sentada a la sombra de una roca. Jane no logró ver a sus hijas. Estarían en las perreras de su tía jugando quizá con el cachorro de «cocker-spaniel» que Silly les había regalado.
En la solitaria galería reinaba una gran tranquilidad. Y un enorme silencio, interrumpido únicamente por el susurro de las pequeñas olas que rompían en la playa, por el suave petardeo de una invisible lancha a motor en la bahía y por el insistente picoteo de un pájaro carpintero en el olmo del jardín. Además, en la soleada tarde, Jane escuchaba el entrechocar de sus agujas de hacer punto.
Era agradable estar sola. Amargamente, Jane se dijo que esto le ocurría con muy poca frecuencia en Gull Rocks. Los Carver, como familia, estaban regidos por el espíritu de clan. Lo poco que hacían, lo hacían juntos. E incluso para no hacer nada eran gregarios. Aborrecían la soledad como la Naturaleza aborrece el vacío. "



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