El armenio (fragmento)Clément Lépidis
El armenio (fragmento)

"Procedía de Estambul, la ciudad de las seiscientas mezquitas, de las diez mil espléndidas cúpulas que semejaban cóncavos platos depositados boca abajo. Cuando el viento sopla, imprime en las olas del Bósforo un movimiento a la vez lento y brutal, que hace tambalearse a las barcas de pesca extendiendo su murmullo hasta la mismísima raíz de las columnatas del Palacio Sumergido de Yérabatan. El mundo había fijado un halo piadoso sobre este territorio sagrado, sin creer, sin embargo, en la imposible cohabitación de múltiples dioses, en un lugar donde las masacres habían dejado huellas claramente visibles. Cada semana hombres obligados a emigrar abandonaban el país.
[…]
Aram creyó sentir el roce de una prenda contra la suya, vio aparecer de pronto en la taberna a un hombre que llevaba una boina y una insignia en la solapa. Finalmente iba a saber, gracias a Eugene, el significado de esta palabra que escuchó por primera vez la noche de la feria. Frente a tres pares de ojos fijos en él, el obrero del plomo y el zinc parecía genuinamente avergonzado. La expresión le había pasado totalmente desapercibida. En verdad, eso no es lo que había querido decir. Después de un sorbo de whisky seco blanco para encontrar inspiración, frunció forzadamente su labio sobre su ya extinguida y fenecida colilla. "



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