Va donc chez Thorpe (fragmento)François Billetdoux
Va donc chez Thorpe (fragmento)

"Helo aquí.  El señor Hans Meyer. El señor Hans Meyer vive en la ciudad, pero en ocasiones pernocta con nosotros. Es un vástago del señor Meyer, el notario. Confío, señor Meyer, que le haya sido posible descansar. Consideramos oportuno madrugar dado que este señor está sumamente interesado en lo concerniente al señor Mathias Alexis, que únicamente está de paso por la ciudad y que pronto ha de regresar a casa, que para llegar aquí y almorzar ha necesitado dispensar dos largas horas de recorrido. Tenga la amabilidad de sentarse. Le ruego que no frunza el ceño señor Pocoresco. El señor Stephan Pocoresco es un cliente habitual de toda la temporada. Me consta cuánto lamentó la partida del señor Mathias Alexis. Al señor Pocoresco le entusiasma que le cuenten historias. El señor Mathias Alexis conocía grandes y pequeñas historias. Al abrigo y alrededor de la mesa de hospedaje, refería noticias del mundo a su manera. Concédame la licencia de presentarle esta vez al señor Tsilla Mamadou, estudiante de Derecho y que ha recorrido con afán toda Europa y que seguro que nos perdonará que le hayamos importunado. El señor Tsilla ha de levantarse a las cinco y cuarto y es un devoto de la lectura matinal. No se preocupe, Berlie. He aquí la señora Belie Kaufmann. Vive en cuerpo y alma dedicada al cuidado de sus dos hijos pequeños, Luisa y Frank, que son frágiles y que aún están durmiendo. Berlie jamás se ha permitido verter una sola lágrima por sí misma. Piotr Ollendorf, ingeniero agrónomo, viene del Norte, de las tierras septentrionales. Nos levantamos temprano para charlar sobre Mathias Alexis, que nos dejó anoche, y que ha despertado tanto interés. ¡Greta! ¡Siempre la última! Greta Minerowski no quería permanecer bajo ningún concepto con su familia y ésta la dejó marchar libremente. Han transcurrido ya ocho días desde que llegara el último cliente,  si exceptuamos a algunos jóvenes de la localidad que acostumbran a quedarse despiertos hasta muy tarde. Quédate con nosotros, Adán. Éste es Adán. Gustav, pase y cierre la puerta.
No le culpo en absoluto. Incluso le pido abiertamente que me disculpe. Se lo agradezco. Hablamos de Mathias Alexis, para su conocimiento. Estuvo en esta misma habitación hace sólo cuatro días. Venía de la capital, que había dejado como todos los lunes para irse a provincias. Besó a su hija de cinco años, luego a su esposa. Tomó sus bártulos de muestra y sus efectos personales, partió a pie hacia la estación desde donde un tren lo trasladó a la terminal de esta ciudad. Desde allí, fue transportado directamente aquí, a esta pensión, donde nunca se había alojado. Hace cuatro días llovía de forma pertinaz; no obstante, hacia las once de la mañana, en su ánimo estaba dispuesto a salir a la carretera con la intención de visitar las fincas aledañas, asiendo con su mano derecha una maleta con el muestrario pertinente. Por consiguiente, Mathias Alexis debe haber entrado en esta sala en la que algunos de ustedes se hallan ahora. Seguramente, les habrá saludado cortésmente y, seguidamente, se habrá ocupado en narrarles toda una suerte de historias dado que, que yo sepa, Mathias Alexis no podía conocer a nadie sin que tuviera a bien contarle algún suceso de marcado carácter ameno. Así se amistó con varias personas y precisamente estos amigos le pidieron que les mostrara y expusiera sus artículos, porque para Mathias Alexis el comercio se interrelacionaba de forma equidistante con la amistad. ¿Es eso correcto? ¿No es así? Si ese día, en ese momento, no vendió algo, o si le regaló a alguno de sus nuevos amigos alguna de sus muestras, era porque Mathias Alexis ya no era él mismo. Esto es lo que quería precisar, fundamentalmente. "



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