Calandracas (fragmento)Nicolás Estévanez
Calandracas (fragmento)

"El cazador merece también algunas líneas, no el que tira bien y caza para vivir, sino el que tiene la manía de ir á cazar cuando sería más justo que lo cazaran á él.
Comprendemos la caza por exigencia de la organización, por disposición facultativa, y aun por distracción. El hombre acostumbrado á una existencia activa, se aburre y hasta se enferma haciendo una vida sedentaria. Pero no comprendemos el afán de los que cazan abandonando sus negocios, descuidando tal vez á sus familias, por rendir culto á la moda y por darse importancia.
Los falsos cazadores abundan más de lo que muchos creen; pero esto no es lo peor, sino que ocasionan accidentes deplorables y asustan con motivo á los inofensivos transeúntes. El manejo de las armas es más difícil, más peligroso de lo que parece.
Conocemos á un ciudadano pacífico que anda siempre con la escopeta al hombro; en el modo de cogerla se conoce que el pobrecito no sabe dispararla; pero esto no impide que vuelva muchas tardes con gran cosecha de liebres y perdices. Animados del mejor deseo, preguntamos un día á la esposa de aquel cazador infatigable cómo consentía que el buen señor se expusiera á una desgracia. —Imposible, contestó: esa desgracia no puede suceder. Hace diez años que, abrigando esos temores, introduje una vela de esperma en el cañón de la escopeta para inutilizarla, y aun está allí sin que él lo sepa.
Los pescadores de caña, los que sentados al borde de un estanque ó al margen de un río pasan las horas muertas esperando pescar alguna trucha, son unos seres incalificables. Unos los creen filósofos, otros los suponen miserables, muchos los consideran infelices; pero la verdad es que la ciencia antropológica no ha estudiado aún al pescador de caña ni la frenología se ha cuidado de su calavera. Una colección de calaveras de pescadores de caña, examinada por hombres competentes, llenaría tal vez anchas lagunas en las ciencias naturales.
Parece inconcebible; pero hay hombre de anzuelo, cuyo bello ideal es... una anguila. Cuando el pescador enristra su caña en la ribera, no lo moverá ni un terremoto. Hace pocos meses que se arrojó al Sena, desde uno de los puentes de París, una infeliz señora: ni uno solo de los varios cañíferos que pescaban en las inmediaciones abandonó su sitio ni intentó salvarla. "



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