La voz del coro (fragmento)Abram Tertz
La voz del coro (fragmento)

"Los libros se parecen a una ventana cuando de noche se enciende la luz y se ilumina suavemente la estancia, centelleando con intermitencia los dibujos dorados de los cristales, de las cortinas, de los tapices y de alguien, invisible desde el exterior y oculto en el entreclaro de la comodidad, que constituye el secreto de sus moradores. Sobre todo cuando hace frío o hay nieve en la calle (mejor si hay nieve), se tiene la impresión de que en los pisos suena una música melodiosa y se pasean las hadas intelectuales bajo la protección de pantallas de colores. En mi infancia, deambular de noche por delante de las apartadas ventanas hacía que mi madre y yo soñásemos con un piso independiente y de tres habitaciones, acerca del cual ella me hablaba con entusiasmo al jugar conmigo a aquella vida en que yo sería ya hombre y podría comprar dicho piso […]. Decíamos: ‘Vamos a ver nuestro piso’. Y antes de acostarnos salíamos a pasear por los callejones cubiertos de nieve, donde teníamos a la vista tres o cuatro ventanas para elegir y que variaban de acuerdo con su iluminación.
[...]
En lo psicológico, la vida en un campo de reclusos se parece a un vagón en un tren de largo recorrido. El tren representa el paso del tiempo cuyo transcurso hace sentir la ilusión de que una existencia vacía tiene plenitud y sentido. Independientemente de lo que haga uno, la ‘condena transcurre’; esto es, los días no pasan en balde, actúan a favor de uno y del futuro, lo que les da contenido. Y, como en el tren, los viajeros están muy poco predispuestos a ejecutar un trabajo útil, porque su permanencia en él depende del inevitable, aunque lento, acercamiento a la estación de destino. Pueden en la medida de lo posible vivir satisfechos; jugar al dominó, holgazanear, recostarse en el asiento y charlar sin preocuparse del tiempo perdido. El cumplimiento de la condena da a todas las cosas una buena dosis de utilidad. "



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