Cuestiones fundamentales de antropología cultural (fragmento)Franz Boas
Cuestiones fundamentales de antropología cultural (fragmento)

"Recientemente se ha debatido mucho la cuestión de si los procesos de pensamiento lógico del hombre primitivo y del hombre civilizado son los mismos, Levy-Bruhl ha desarrollado la tesis de que, culturalmente, el hombre primitivo piensa pre-lógicamente, que es incapaz de aislar un fenómeno como tal, que hay más bien una «participación» en toda la masa de la experiencia subjetiva y objetiva que impide una distinción clara entre asuntos lógicamente no relacionados. Esta conclusión no es el fruto de un estudio de la conducta individual, sino de las creencias y costumbres tradicionales del pueblo primitivo. Créese que explica la identificación del hombre y del animal, los principios de la magia y las creencias en la eficacia de las ceremonias. Es probable que si no tomáramos en cuenta el pensamiento del individuo en nuestra sociedad y sólo prestáramos atención a las creencias corrientes, llegaríamos a la conclusión de que prevalecen entre nosotros las mismas actitudes características del hombre primitivo. La masa de material acumulado en las colecciones de supersticiones modernas prueban este punto, y sería un error suponer que estas creencias son exclusivas de los ignorantes. El material recogido entre alumnos de colegios norteamericanos (Tozzer) demuestra que tal creencia puede persistir como una tradición cargada emocionalmente entre quienes gozan del mejor adiestramiento intelectual. Su existencia no separa los procesos mentales del hombre primitivo de los del hombre civilizado.
A menudo se aduce la falta de originalidad como la razón fundamental de por qué ciertas razas no pueden alcanzar altos niveles de cultura. Se dice que el conservatismo del hombre primitivo es tan fuerte, que el individuo nunca se desvía de las costumbres y creencias tradicionales (Spencer). Malinowski y otros han demostrado que en modo alguno se hallan ausentes los conflictos entre las normas de la tribu y la conducta individual. El incrédulo tiene su lugar en la vida real y en las leyendas populares.
Por otra parte la vida del pueblo primitivo en modo alguno carece de originalidad. Entre tribus recién convertidas, así como entre las paganas, aparecen profetas que introducen nuevos dogmas. Estos son con frecuencia reflejo de las ideas de tribus vecinas, pero modificadas por la individualidad de la persona, e injertadas en las creencias corrientes del pueblo. Es bien sabido que mitos y creencias se han difundido y experimentado cambios en el proceso de su difusión (Boas 8). La creciente complejidad de las doctrinas esotéricas confiadas al cuidado del clero sugiere que éste ha sido ejercido con frecuencia por el pensamiento independiente de individuos. Creo que uno de los mejores ejemplos de tal pensamiento independiente lo proporciona la historia de la danza del fantasma (Mooney) y las ceremonias del peyote (Wagner, Petrullo) en Norte América. Las doctrinas de los profetas de la danza del fantasma eran nuevas, pero basadas en las ideas de su propio pueblo, de sus vecinos y en las enseñanzas de los misioneros. La noción de la vida futura de una tribu india de la isla de Vancouver ha experimentado un cambio de esta índole, en cuanto ha surgido la idea del retomo de los muertos en los hijos de sus propias familias. La misma actitud independiente puede observarse en las respuestas de los indios nicaragüenses a las preguntas relativas a su religión que les formuló Bobadilla y refiere Oviedo.
La actitud mental de los individuos que así desarrollan las creencias de una tribu es exactamente análoga a la del filósofo civilizado. El estudioso de la historia de la filosofía comprende bien cuan poderosamente influye en la mente del más grande genio el pensamiento corriente de su época. Esto ha sido bien expresado por un escritor alemán (Lehmann), que dice: «El carácter de un sistema de filosofía es, tal como el de cualquier otra obra literaria, determinado antes que nada por la personalidad de su creador. Toda verdadera filosofía refleja la vida del filósofo, así como toda poesía verdadera la del poeta. En segundo término, lleva las marcas generales del período a que pertenece; y cuanto más poderosas las ideas que proclama, tanto más fuertemente estará compenetrada de las corrientes de pensamiento que fluctúan en la vida del período. En tercer término influye en ella la tendencia particular del pensamiento filosófico del período. "



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