Santa Casilda (fragmento)Dolores Gómez de Cádiz
Santa Casilda (fragmento)

"D. Fernando no detuvo sus reflexiones sobre su sorprendente aparición. Los que como él meditan en la soledad, hallan formuladas las verdades filosóficas en el bullicio.
La reina, después de su sorpresa, fijó los ojos en los de su esposo, y al comprender la impresión bajo cuyo dominio le veía, se sintió altanera ante una mora hija de un rey, más que vencido, humillado.
Comparó las empedradas y ricas joyas, de la princesa con las pobres que adornaban su pecho, y su orgullo de virtud cívica se sintió ensalzado. Aquella no había convertido como ella sus diamantes en ejércitos armados, en falanges sangrientas. ¿Qué valía una princesa mora, para una reina cristiana? De esta manera, si no discurría la señora de la corte de Burgos, por medio de una impresión aglomeró todas estas ideas en un punto y en un instante.
D. Fernando, el codicioso de tierras y de ciudades, hubiera dado por aquella joven toda la rica herencia de León.
A pesar de sus hábitos de disimulo, reveló por primera vez su sorpresa.
Los espíritus altos y concentrados, saben preparar sus gestos para guardar las emociones. Todo lo prevén; para todo presentan en su rostro la muralla de la insensibilidad. Pero si les asalta una emoción por un acaso imprevisto, el rostro lo delata, aunque pese a las almas reservadas.
La reina fijó los ojos primero en su esposo, después en Zoraida, y las palpitaciones de sus arterias comenzaron ser frecuentes y recias. Contestaba a las palabras del rey de Toledo, sin conciencia de lo que decía. Su vista, clavada en el continente de Zoraida o en el rostro del rey, penetrando en él todos los pensamientos, absorbía toda su existencia inmaterial. "



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