Rey Blanco (fragmento)Juan Gómez-Jurado
Rey Blanco (fragmento)

"El novato mira a su compañero con extrañeza. No es ésa la actitud a la que le tiene acostumbrado. Pero esto no es un aviso normal. Ruano echa una ojeada a la furgoneta inmóvil. Quizás dentro de ella haya un inspector de policía retenido contra su voluntad.
—Nos han dicho que no intervengamos.
Osorio chasquea la lengua con fastidio.
—No voy a intervenir, no me pagan bastante para eso. Sólo voy a asegurarme de que no se mueven del sitio mientras vienen los...
Ruano abre los dedos, un poco. Lo justo para que Osorio ponga un pie en la acera.
La bota hace un sonido acuoso al entrar en contacto con el asfalto. Un ruido que debería ser casi imperceptible, pero que resuena en los oídos de Ruano, que se multiplica con un eco persistente y mordaz. Que llega a ahogar el ronquido metálico de la puerta lateral de la Vito, abriéndose. Que aún sigue rebotando en su cabeza, cuando los primeros disparos comienzan a estallar.
Ruano no los escucha.
Siente los puñetazos del plomo sobre la carrocería, el olor del aceite y la grasa del motor, cosido a balazos, que le protege de los proyectiles.
Siente el aire entrando a través de la puerta abierta del copiloto, formando una corriente con el que entra a través del parabrisas destrozado.
Nota fragmentos de cristal cayendo sobre su cabeza, introduciéndose en su uniforme, arañándole la piel.
De Osorio, de su compañero, del hombre que hace unas semanas le invitó a pasar la Navidad con ellos —no va a estar solo, mujer, pobrecito, donde caben cuatro...—, del gruñón dejado y simpático que está tocándole las pelotas buena parte de su tiempo, apenas ve nada. Sólo un hombro, derrengado sobre el ángulo antinatural de la puerta desgajada. Ruano no escucha los disparos. "



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