Muerte y vida de las grandes ciudades (fragmento)Jane Jacobs
Muerte y vida de las grandes ciudades (fragmento)

"En un barrio de la ciudad de New York, proyectado –como todas las urbanizaciones residenciales ortodoxas- para compartir muchas cosas o ninguna, una extrovertida mujer se enorgullecía de haber conseguido relacionarse, mediante un esfuerzo deliberado, con las madres de todas y cada unas de las noventa familias de su inmueble. Las visitaba. Las acorralaba en la puerta de sus pisos o en el portal. Sacaba conversación si se sentaba con ellas en un banco.
Pero sucedió que un hijo suyo de ocho años se quedo atascado cierto día en el ascensor y allí se quedó durante más de dos horas sin recibir ayuda y esto a pesar de que gritaba y golpeaba la puerta. Al día siguiente, la buena señora expresaba su horror a una de sus noventa conocidas. “¿Ah, pero era su hijo? -dijo la otra mujer. “No sabía de quien era el chico. Si hubiera sabido que se trataba del suyo le habría ayudado.
(…)
El contacto público en las aceras y la seguridad pública de estas, aliados, pueden incidir en el más grave problema social de nuestra nación: la segregación y la discriminación racial.
No quiero decir con esto que una cierta manera de proyectar y urbanizar una ciudad, o sus tipos de calles y la vida que en éstas se desarrolla, puedan superar automáticamente la segregación y la discriminación. Para enderezar estas injusticias se requieren muchos otros y muy diferentes esfuerzos.
Lo que sí afirmo es que construir y reconstruir grandes capitales con aceras inseguras y cuyos moradores sólo tienen la alternativa de compartir mucho o nada, puede hacer muchísimo más difícil a las ciudades americanas la tarea de eliminar la discriminación. "



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