La utopía de las normas (fragmento)David Graeber
La utopía de las normas (fragmento)

"En realidad, creía que acabarían destruyendo la base política de la democracia misma, dado que los administradores de programas sociales formarían, inevitablemente, bloques de resistencia mucho más influyentes que los políticos escogidos para gobernar, y apoyarían reformas incluso más radicales. Von Mises argumentaba que, en consecuencia, los estados del bienestar que comenzaban a aflorar en lugares como Francia o Inglaterra, por no hablar de Dinamarca o Suecia, llevarían en una o dos generaciones, al fascismo. Bajo este punto de vista, el auge de la burocracia era el ejemplo definitivo de buenas intenciones fuera de control. Probablemente Ronald Reagan hiciera el uso más famoso de esta línea de pensamiento con su famosa afirmación de que «las ocho palabras más terroríficas de la lengua inglesa son “soy del gobierno y estoy aquí para ayudar”». El problema con todo esto es que apenas guarda ninguna relación con lo que realmente ocurrió. En primer lugar, los mercados, históricamente, no surgieron como modos autónomos de libertad, independientes de, y opuestos a las autoridades estatales. La realidad fue exactamente lo opuesto. Históricamente, los mercados han sido, bien efectos colaterales de operaciones gubernamentales, especialmente operaciones militares, bien creadas directamente por políticas gubernamentales. Esto ha sido así como mínimo desde la invención de la acuñación, que se creó y promulgó a fin de aprovisionar a los soldados; durante la mayor parte de la historia euroasiática, la gente empleaba cotidianamente acuerdos de crédito informal, y el dinero físico (oro, plata, bronce) y el tipo de mercados impersonales que éste creó no fueron sino un añadido a la movilización de las legiones, el saqueo de ciudades, la exacción de tributos y el modo de disponer del botín. De igual manera, los modernos sistemas bancarios se crearon para financiar guerras. Así que la historia convencional presenta un problema principal. Y hay otro más dramático. Aunque la idea de que el mercado se opone de alguna manera al gobierno (y es independiente de él) se ha empleado al menos desde el siglo XIX para justificar las políticas del laissez-faire destinadas a reducir el papel del gobierno, nunca ha tenido ese efecto. El liberalismo inglés, por poner un ejemplo, no implicó una reducción de la burocracia estatal, sino exactamente lo opuesto: una creciente gama de secretarios, registradores, inspectores, notarías y oficiales de policía que hacían posible el sueño liberal del libre contrato entre individuos autónomos. Resultaba que mantener una economía de mercado libre requería mil veces más papeleo que una monarquía absolutista al estilo de la de Luis XIV. "


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