Árbol, de La huella en la ceniza "Arriba, el tronco erecto, fiel a su estatura, valientemente alzado hacia las nubes, la hospitalaria copa navegando las audacias sin fin de cada viento, el alegre bullir de savia nueva en sus hondas y cálidas entrañas, el verde parpadeo de sus hojas, su acogedor arrullo, su serena estampa de gigante adormecido. Abajo, un mundo inaccesible y turbulento pleno de oscuridad e incertidumbre. Raíces laborando como topos, retorcidas, vibrantes, imponiendo sus leyes cotidianas e infinitas, extendiendo con furia sus dominios. No hay mañanas, ni trinos ni contornos: solamente un recóndito silencio y una ciega avaricia encarnizada… Lo mismo que ese árbol anclado en el sendero yo tengo mi paisaje abierto a un horizonte de eternas madrugadas, de pájaros insomnes, y una esperanza nueva que me recubre el alma como una primavera que estreno cada día. Lo mismo que ese árbol, yo tengo mis penumbras, mis luchas doloridas, mis viejas soledades horadándome el pecho, y una vaga nostalgia posada entre las venas, acechando un resquicio para inundar mi pulso con su tristeza viva. Lo mismo que ese árbol, me crezco en la alborada, comento con la tarde mis últimos poemas y encierro en un profundo destierro sin fronteras mis íntimas heridas, mis tedios, mis hastíos. Lo mismo que ese árbol, olvido la ventisca, las estepas heladas, el vendaval de aullidos que el desamor y el odio alientan y derraman, y ofrezco al caminante mi sombra y mi remanso. " epdlp.com |