Pesar, de La casa del confín de la Tierra "¡Un hambre feroz domina mi pecho, No imaginaba yo que este mundo todo, Que Dios estruja en su mano, podía dar Tan amarga esencia de inquietud, Un dolor como el que aúlla ahora En este espantoso corazón liberado! Cada sollozo exhalado e sólo un grito. Mis latidos difunden la agonía Y un solo pensamiento ocupa mi cerebro: ¡Que nunca más en esta vida se tocarán (Salvo en el dolor de la memoria) Tus manos y las mías, porque ya no estás! Te busco, en el vacío de la noche Y te llamo en mudo silencio; Pero no estás, y el trono inmenso de la noche Se transforma en templo Y sus campanas-estrellas repican para mí, ¡El más solo en todos los espacios! Y me arrastro hambriento hasta la orilla Donde acaso me aguarde algún consuelo Del corazón eterno del viejo Mar; ¡Pero oíd, ¡de las solemnes profundidades, Las voces lejanas del misterio Parecen preguntar por qué nos separamos! Adonde vaya estoy solo, Aunque una vez, en ti, lo tuve todo. Mi pecho es un dolor furioso Por todo lo que fue, y ahora corre Al vacío donde la vida se precipita, ¡Donde todo se pierde, y no vuelve a ser! Traducción: Francisco Torres Oliver" epdlp.com |