El poste de señales "El mar, entre la niebla. El sol es tímido y la hierba crecida y la maleza, húmeda y áspera, están blancas por la escarcha en la colina, junto a un poste de señales. El humo del cigarro del viajero flota sobre avellanos, sobre espinos. Yo leo las señales. ¿Cuál será mi camino? Dice una voz: "No habrías tú dudado a los veinte". Pero otra voz, con sorna: "A los veinte querías estar muerto". Cayó de un avellano el oro de una hoja de lo alto de su copa, y la primera voz preguntó a la otra qué sería ser un anciano ante ese poste. "Lo verás", rió, y yo me uní a aquella risa. "Tú lo verás, pero antes o más tarde y pase lo que pase, te será concedido un bocado de tierra que lo cure todo, deseos y reproches, todo. Y si hay algún defecto en ese Cielo será la libertad de desear y será tu deseo estar aquí, o en cualquier parte hablándome, sin importar qué tiempo hace ni cuál es nuestra edad -cualquiera vale-, para saber qué pueden ser días y noches, el sol, la helada, el mar, la tierra misma, verano, otoño, invierno, primavera, con un hombre cualquiera, hasta un rey, en pie a la intemperie, preguntándose por dónde continúa su camino, dónde. " epdlp.com |