Muchachas de uniforme (fragmento)Christa Winsloe
Muchachas de uniforme (fragmento)

"–Señorita von Bernburg –soltó Manuela, buscando la mano de la mujer que se había inclinado hacia ella–. Yo… Tengo que preguntarle algo. Pienso en ello todas las noches… ¿Es feliz?
Elisabeth von Bernburg alzó la cabeza y, sin el menor signo de sorpresa, como si fuera la pregunta más natural del mundo, miró a Manuela a los ojos.
–Sí, pequeña –le respondió–. Os tengo a vosotras.
Tal vez debería haber dicho: «te tengo a ti», pero esa hija y nieta de militar, que no había aprendido otra cosa que a reprimir los sentimientos y a evitar cualquier arranque de emoción, esa muchacha educada en el temor a Dios por una madre puritana, esa joven que se había jurado a sí misma cumplir de forma justa e íntegra su deber hacia las niñas que le eran confiadas, jamás hubiera podido decir algo así. Ella solo podía pensar en «las niñas», no podía entregar su corazón a una sola de ellas. Y ahora, cuando al mirar a los ojos a esa niña le había sucedido justo eso, no se atrevió a pensar en otra cosa que en renuncia y en disciplina.
El cariño de esa niña, más puro que la simpatía y la adoración que tanto la conmovían de las demás muchachas, le ofrecía una felicidad inmerecida y que jamás había sentido. Manuela derramaba ese amor en todos sus gestos y en cada palabra. Pero no hubiera sido Elisabeth von Bernburg si no se hubiera castigado a sí misma por sentirse así de feliz por esa niña y por corresponder a ese amor con toda la fuerza de su corazón. "



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