Visita a mi madre (fragmento)Roland Jaccard
Visita a mi madre (fragmento)

"Mi madre se quejaba de la soledad. “Yo soy la única de mi familia que está totalmente sola. Nadie me tomará de la mano cuando agonice”, me repetía incesablemente por teléfono. Me quedo pensando. ¿Por qué alguien habría de tomarnos la mano en medio del camino a la muerte? El evento debe ser ya lo suficientemente penoso para además soportar la presencia del otro. En sus quejas se escondía un reproche: ¿por qué mi hijo querido no vendrá a visitarme en Navidad? ¿Por qué se comporta de manera tan indiferente, tan glacial? Simulé compadecerla, mientras ella simuló entenderme. Pero yo no la compadecía ni ella entendía nada. O tal vez lo hacía demasiado bien.
Dos días después me enteré de su muerte. Pensaba cínicamente en las ventajas que esto podía conllevar. Además, sigo convencido de que aquellos que no ven la muerte como un triunfo son los más miserables perdedores de esta obscena carrera que es la vida.
La verdadera sorpresa me llegó al descubrir entre sus papeles una carta dirigida a mí. En ella, me decía: “... es natural que un hijo mantenga a sus padres en las tinieblas para cumplir su destino”. Ella también lo había hecho, así como mi padre y como Stroheim, a quien ella conoció y amó en Viena en 1930. También me decía en la carta que ella era consciente de que si al menos una madre no se atrevía a abortar a su hijo, por lo menos debería hacerle un favor y morir joven. Imploraba mi perdón, concluyendo a su vez que yo también algún día iba a necesitarlo. En ese preciso momento sentí un gran orgullo de ser su hijo y de haber heredado de ella esa lucidez demasiado elegante para ser un asesino. "



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