El puente de los suicidas (fragmento)Alfonso J. Ussía
El puente de los suicidas (fragmento)

"Los gatos protestaron desde el principio, que ya se sabe que los madrileños son reacios al cambio. También es cierto que el estruendo de los cuerpos al caer, sin prisa pero sin pausa, sobresaltaba sus sueños y enturbiaba sus mañanas con esa súbita manía que le había entrado a los que ya no tenían nada que perder por acabar con su vida arrojándose como en trance desde el Puente de Segovia. El escaso alumbrado que tenía ese tramo facilitaba, además, el anonimato de los suicidas, por lo que, tras varias protestas y decenas de cuerpos estampados, el Ayuntamiento de Madrid aumentó el número de farolas y personó patrullas de policía municipal que cruzaban de lado a lado el Viaducto, quién sabe si tratando de evitar más las protestas del populacho que los saltos de los desnortados. Aquello pasó a convertirse en una especie de tradición obscena, un ritual de obligado cumplimiento si a cualquiera se le enredaba demasiado la vida, el sacrificio humano que Madrid exigía a sus habitantes. Lorca dijo alguna vez que los muertos de España están mucho más vivos que los muertos de cualquier otro país del mundo. Si eso es cierto, no es de extrañar que Madrid no duerma. "


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