Los orígenes (fragmento)Sasa Stanisic
Los orígenes (fragmento)

"Nací el 7 de marzo de 1978 en Višegrad, a orillas del Drina. Los días previos a mi nacimiento había llovido sin parar. Marzo es el mes más detestable en Višegrad, lloriqueante y peligroso. En las montañas la nieve se derrite, las orillas se ven desbordadas por los ríos. También mi Drina está nervioso. Media ciudad está inundada.
Marzo de 1978 no fue distinto. Cuando comenzaron las contracciones de mi madre, una fuerte tormenta bramaba sobre la ciudad. El viento combaba las ventanas del paritorio, destartalaba los sentimientos y, en mitad de una contracción, para colmo cayó un rayo, así que todos pensaron: «Ajá, esto es, ya viene el demonio al mundo». A mí no me molestó, está bien que la gente te tenga un poco de miedo antes de que todo empiece.
Claro que esto no dio a mi madre buenas sensaciones precisamente en lo que al transcurso del parto se refería, y como la matrona tampoco estaba conforme con la situación —la palabra clave fue «complicaciones»—, mandó llamar a la médico de guardia. Esta, como yo ahora mismo, no quiso alargar la historia innecesariamente. Tal vez baste con decir que las complicaciones se simplificaron con ayuda de una ventosa.
Treinta años después, en marzo de 2008, para obtener la nacionalidad alemana tuve que entregar en la Oficina de Extranjería, entre otros documentos, un currículum manuscrito. ¡Menudo estrés! Al primer intento no conseguí poner nada por escrito, excepto que había nacido el 7 de marzo de 1978. Me sentía como si después de aquello no hubiese ocurrido nada más, como si la corriente del Drina hubiese arrastrado consigo mi biografía.
A los alemanes les encantan las tablas, así que hice una. También introduje unos cuantos datos y fechas —«Escuela primaria en Višegrad», «Filología Eslava en Heidelberg»—, pero me sentía como si aquello no tuviese nada que ver conmigo. Sabía que los datos eran correctos, pero no podía dejarlos tal cual. Una vida como aquella no era de fiar.
Volví a empezar. Apunté de nuevo mi fecha de nacimiento y conté lo mucho que llovía y que mi abuela Kristina, la madre de mi padre, fue quien me puso el nombre. También fue ella quien más se ocupó de mí durante mis primeros años de vida, ya que mis padres o bien estudiaban (mi madre) o bien trabajaban (mi padre). Mi abuela pertenecía a la mafia —eso fue lo que conté a las autoridades—, y en la mafia se dedica mucho tiempo a los niños. Yo vivía con ella y con mi abuelo, pero los fines de semana me iba a casa de mis padres.
Esto fue lo que conté a las autoridades: mi abuelo Pero, comunista de corazón y de carné, solía llevarme de paseo con sus camaradas. Cuando hablaban de política, cosa que hacían siempre, yo me quedaba dormido a la primera. A los cuatro años ya participaba en la conversación.
Decidí borrar lo de la mafia, nunca se sabe.
En su lugar puse: «Mi abuela siempre me amenazaba con un rodillo de amasar. Nunca llegó a atizarme, pero todavía hoy tengo ciertas reservas hacia los rodillos y, por extensión, hacia cualquier tipo de producto amasado». "



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