Viajes por mi tierra (fragmento)João de Almeida Garrett
Viajes por mi tierra (fragmento)

"Lector benévolo y paciente, desde la certidumbre de una cierta clarividencia en mi conciencia, permíteme dar por concluidas estas digresiones y perennes divagaciones mías; bueno veo que te dejé aguardándome en medio del puente de Asseca. Perdóname por ser quien eres, espoleemos a las mulas, y continuemos, que ya es hora. Aquí estamos en uno de los lugares más bellos y deliciosos del mundo, el valle de Santarém, hogar de ruiseñores y madreselvas, un cinturón de hermosas hayas y frondosos laureles. De ello se infiere que no hay París, ni Francia, ni tierra en el mundo como nuestra tierra, y su valor es enorme, a pesar de todo aquello de lo que carecemos.
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Estos interesantes viajes míos serán una obra maestra, erudita, brillante, de nuevos pensamientos, algo digno del siglo. Necesito confesarte esto, lector, para que estés advertido; No te preocupes por cualquiera de esos garabatos de moda que, bajo el título de Impresiones de viaje, o cualquier otro título afín, destilan las prensas de Europa sin beneficio alguno de la ciencia ni avance alguno para nuestra especie.
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Y ahí está él; Está el buen marqués jugando al whist con el barón de Bidefeld, con el emperador Leopoldo y con el poeta Dinis. La partida debería ser interesante; Quizás toda esta gente esté apostando, todos estos idiotas que andan por ahí. ¡Qué cara puso el marqués cuando alguien intentó meterle la nariz en las cartas! ¡Quién podría ser! El entrometido del señor de Talleyrand estaba cayendo tan bajo. Pero no vio nada; el noble marqués siempre supo ocultar sus bazas en el juego.
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A la mañana siguiente, muy temprano, abrazado por su abuela y su prima que rompían a llorar, Carlos dio su último adiós a ese amado hogar, a ese amado valle en el que se crió... Esa noche estuvo en Lisboa, pocos días después arribaría a las tierras de Albión, y luego permanecería unos meses en la isla de Terceira. El viernes después de la partida de Carlos, fray Dinis vino al valle y tuvo una larga conversación con su abuela. Los siguientes tres días la anciana estuvo encerrada en su habitación llorando y al final del tercer día quedó ciega. "



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