La maestra gitana (fragmento)Lola Cabrillana
La maestra gitana (fragmento)

"Cuando alguien toma una decisión importante, siempre duda de si se estará equivocando. Yo nunca quise volver a la «aldea» y, sin embargo, ahí estaba.
Los años habían tratado bien a esa calle larga y estrecha de las afueras del pueblo que albergaba una decena de casas humildes, pequeños hogares heredados de padres a hijos. Sus alrededores, en cambio, se habían trasformado tanto que me costó reconocer el lugar. El entorno rural se había fundido con las urbanizaciones de lujo que muchos extranjeros habían escogido para disfrutar de una vida tranquila a orillas del mar, cobijados por la montaña, que, altiva, enmarcaba sus jardines.
En esa aldea había pasado mi infancia correteando con una veintena de niños con los pies siempre empolvados, unidos por el afán de atesorar una travesura tras otra. Al cruzar de nuevo aquella calle, un pellizco de nostalgia me acompañó a lo largo del camino, junto con los recuerdos que iban aflorando como fotografías de una vieja cámara olvidada.
La alegría de obtener una plaza definitiva en el instituto del pueblo donde nací se había visto empañada por el fallido intento de encontrar un alojamiento, pues el turismo vacacional se había tragado sin piedad los alquileres a precios asequibles, así que la única alternativa que tuve fue aceptar el ofrecimiento de vivir en la casa de la Yaya.
En mi memoria, el hogar de mi bisabuela, la que sería ahora mi residencia, era una casa enorme donde nos reuníamos todos los chiquillos para merendar rebanadas de pan tostado con mantequilla y beber un líquido caliente que nos presentaban como chocolate pero que sabía a fondo de olla quemada. Sin embargo, lo que tenía delante era una casa vieja y menguada, que se mantenía en pie con dignidad, a pesar de las visibles grietas en la cal de sus paredes. "



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