La venida del Mesías en gloria y majestad (fragmento)Manuel Lacunza
La venida del Mesías en gloria y majestad (fragmento)

"Los herejes más corrompidos, y más desviados de la verdad, pretendieron siempre confirmar sus errores con la Escritura, como si fuese esta alguna fuente universal de que todos pueden beber a su satisfacción, o como aquel maná de quien dice el Sabio, acomodándose a la voluntad de cada uno, se volvía en lo que cada uno quería. Pretendían, digo, hacer creer, que en la Escritura estaban, y que de ella los habían sacado; más en la realidad los llevaban de antemano, independiente de toda Escritura; y lo más ordinario, los llevaban más en el corazón que en el entendimiento. Y habiéndolos adoptado, y tal vez sin adoptarlos ni creerlos, iban a la Escritura divina a buscar en ella alguna confirmación o alguna defensa, sólo por espíritu de malignidad, de emulación, de odio, de independencia y de cisma: ¿y qué sucedía? Sucedía, y es bien fácil que suceda así, que o hallaban en la escritura algún texto, con tal cual viso favorable, o ellos mismos le hacían fuerza abierta para que se pusiese de su parte, ya quitando, ya añadiendo, ya separando el texto de todo su contexto, para que dijese por fuerza lo que realmente no decía. Los Maniqueos, por ejemplo, defendían sus dos principios, o dos dioses, uno bueno y otro malo; uno causa de todo el bien que hay en el mundo; otra causa de todos los males así físicos como morales, que afligen y perturban a los míseros hijos de Adán. Habiendo registrado para esto con sumo cuidado y diligencia toda la Divina Escritura, hallaron finalmente aquellas palabras de Cristo: todo árbol bueno lleva buenos frutos; y el mal árbol lleva malos frutos. No puede el árbol bueno llevar malos frutos, ni el árbol malo llevar buenos frutos. El gozo de un hallazgo tan importante, debió ser tan grande para estos sabios, apenas racionales, que no les dio lugar para leer otra línea más, que inmediatamente se sigue en grande deshonor de su segundo principio: todo árbol que no lleva buen fruto, será cortado y metido en el fuego56. Este segundo principio, que podían haber discurrido, siempre hace males, y nunca bienes; luego alguna vez será cortado y metido en el fuego: luego no puede ser ni llamarse Dios, ni principio con propiedad alguna; luego no puede haber más que un solo y verdadero Dios, principio y fin de todas las cosas, infinitamente bueno, benéfico, sabio y santo; luego no puede haber otro principio, u otro origen del mal que el mismo hombre, con el mal uso de su libre albedrío, don inestimable que le dio el Creador, para que pudiese merecer su eterna felicidad; pues no era cosa digna de Dios, llevar por fuerza a su reino piedras frías, duras, inertes, sin movimiento y sin vida. Todo esto podrían haber concluido aquellos doctores del mismo texto que alegaban, si lo hubieran leído todo con buenos ojos. Más como estos ojos estaban tan viciados, era consecuencia necesaria que todo se viciase. Si tu ojo fuere sencillo, todo tu cuerpo será resplandeciente: más si fuere malo, también tu cuerpo será tenebroso. "


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