Niñita (fragmento)María Elena Gertner
Niñita (fragmento)

"La niña estaba arrodillada en el centro del cuarto atestado de juguetes. Cinco muñecas fijaban en ella miradas vacías. Las pelucas desgreñadas y las mejillas desteñidas presentaban un aspecto lamentable.
Una colorina de trapo estaba acostada en su cunita de madera.
Recién ayer la había operado, cortándola medio a medio con las tijeras de la abuela.
-Muñeca tonta, ahora serás una alcancía.
Y comenzó a deslizar moneditas por el vientre abierto de la muñeca.
-Un botón negro es una moneda de siete pesos. Uno de color, cuarenta y cinco pesos.
Buscó de nuevo las tijeras. La de ojos azules y los rizos castaños fue arrancada de su silla.
-Te voy a cortar el pelo, porque ahora irás interna a un convento.
De un tijeretazo rodaron los rizos por el suelo. La voz de la niñita se hacía silbante como la de una bruja. Ideaba torturas para sus muñecas: una inyección, una ducha fría. ¿De dónde venía esa fuerza que la arrastraba a la crueldad? Se encaramó en el caballo de madera y comenzó a azotarlo. Lo apretaba con todas las fuerzas de sus piernas delgadas, y un cosquilleo tibio le subía desde los muslos hasta el estómago. Vio todo nublado. La pieza giró y estuvo a punto de caer. Se afirmó en la pared. Sentía las piernas flojas y la cabeza pesada. Trató de contener el llanto, los sollozos le apretaban la garganta. “He hecho algo malo –pensó-. Mi muñequita pelirroja no es una alcancía”. Recogió los rizos de la otra casi con ternura.
-No, no es cierto. No irás al convento. Y tu pelo volverá a crecer.
Te lo prometo. He azotado mi caballo. No debo volver a hacerlo. "



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