Primer tiempo (fragmento)Carlos Cerda
Primer tiempo (fragmento)

"Se inicia la tercera hora de la mañana. Cada año una promoción dejaba el viejo liceo y otra llegaba. Los que se iban habían ocupado en los últimos tres años las salas del segundo piso del patio de la fuente. Los nuevos llegaban al patio de la paulonia e instalaban su respeto asustadizo en las salas del primer piso. Se salía directamente de las clases a la pichanga. Las columnas que sostenían los corredores del segundo piso eran los arcos de la cancha improvisada. Arcos múltiples para partidos simultáneos que se jugaban de norte a sur y de este a oeste en un hormigueo vertiginoso, en una confusión de carreras y de gritos, atentos todos al ir y venir de una docena de pelotas, en ese carnaval relámpago que era la pichanga del recreo. Los mayores, los habitantes del segundo piso, sentían la atracción de un hormigueo distinto: construían con una pasión diferente un milagro semejante, otra forma de multiplicación del espacio. En baños calculados para no más de cincuenta alumnos se concentraban doscientos, tal vez más; se apretujaban como en una micro repleta, cuerpo contra cuerpo, las cabezas dirigidas hacia el techo, lanzando el humo hacia arriba, hacia ese cielo incierto, nebuloso, o hacia los zapatos, hasta que la gran humareda los envolvía a todos y entonces una tos aquí, una tos allá, y un grito ahogado llega desde el corredor, ¡El Führer!, y vamos apagando las colillas, tirándolas a los urinarios, metiéndolas en los bolsillos, vamos callándonos, vamos tratando de no temblar. "


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