La desaparición de Josef Menguele (fragmento) "El North King surca el agua cenagosa del río. Los pasajeros, que han subido a cubierta, escrutan el horizonte desde el amanecer, y ahora que las grúas de los astilleros y la línea roja de los tinglados perforan la bruma, unos alemanes entonan un canto militar, unos italianos se persignan y unos judíos rezan, pese a la llovizna, unas parejas se besan, el transatlántico arriba a Buenos Aires tras una travesía de tres semanas. Solo en la borda, Helmut Gregor cavila. Esperaba que acudiera a buscarlo una lancha de la policía y así evitar los incordios de la aduana. En Génova, donde ha embarcado, Gregor ha suplicado a Kurt que le haga ese favor, se ha presentado como un científico, un genetista de altos vuelos, y le ha ofrecido dinero (Gregor tiene mucho dinero), pero el intermediario se ha zafado sonriendo: los favores de esa índole se reservan para los peces gordos, para los dignatarios del antiguo régimen, raramente para un capitán de las SS. Aun así, enviará un cable a Buenos Aires, Gregor puede contar con él. Kurt se embolsó los marcos, pero la lancha no ha aparecido. De modo que Gregor aguarda en el gigantesco vestíbulo de la aduana argentina con los demás emigrantes. Sostiene con firmeza dos maletas, una grande y otra pequeña, y observa a su alrededor a la Europa del exilio, las largas filas de personas anónimas, elegantes o desaliñadas, de las que se ha mantenido apartado durante la travesía. Gregor ha preferido contemplar el océano y las estrellas o leer poesía alemana en su camarote; ha pasado revista a los últimos cuatro años de su vida, desde que abandonó Polonia a la desesperada en enero de 1945 y se diluyó en la Wehrmacht para escapar de las garras del Ejército Rojo: su internamiento durante unas semanas en un campo norteamericano de prisioneros, su liberación gracias a su documentación falsa a nombre de Fritz Ullmann, su escondite en una florida granja de Baviera, no lejos de Günzburg, su ciudad natal, donde cortó heno y seleccionó patatas durante tres años haciéndose llamar Fritz Hollmann, después su huida en Semana Santa, dos meses atrás, la travesía de las Dolomitas por caminos sembrados de contrabandistas, la llegada a Italia, a Tirol del Sur, o Alto Adigio, donde pasó a ser Helmut Gregor, a Génova por fin, donde el bribón de Kurt le facilitó las gestiones ante las autoridades italianas y la emigración argentina. " epdlp.com |