Anton Holban Una muerte que no prueba nada (fragmento) "Porque, bajo el sol velado, el mar se fundía perfectamente con el cielo. Y ante la augusta inmensidad, mis pobres pensamientos son minúsculos e inapropiados. Sin embargo, mi aventura será sobre mí, pase lo que pase. Me quitó muchos de mis prejuicios y me dio otros. A menudo la olvidaré, pero incluso en los momentos de olvido miraré el mundo de otra manera, sólo por ella. A mi lado, en la arena, yacía Collette. Colette es frágil y vaporosa, su diminuto pie apenas toca el suelo, su discurso suena como cristal golpeado suavemente con un cuchillo de plata. Acaba de salir del mar, el agua brilla sobre ella y parece una náyade cansada. Respiraba ligeramente, como si una brisa fluyera sobre su cuerpo, y sus pequeños pechos temblaban como dos hojas gemelas. Con los brazos en jarras, parece un recipiente griego que contiene especias. Ahora, cuando se enrosca alrededor de mi cuerpo, es hiedra sobre la que ha llovido. Nos conocíamos desde hacía mucho tiempo, pero no le encontrábamos ningún significado. Estaba preocupado por otros pensamientos. Durante un año, frente a mí, envió en vano sus ojos centelleantes, como dos gaviotas. Y una vez, cuando la vi a pleno sol, quedé asombrado por su maravilloso aspecto. La llamé y ella vino humildemente, despojada de toda pretensión personal, sin pensamientos ocultos. Ahora lo llevo conmigo a todas partes y lo guardo o lo saco, como de una caja, todos mis gustos. La vida entre nosotros parece un espejismo, la más mínima separación un tormento. Él conoce todos mis gustos y disgustos y vela por mí incansablemente para que no me pase nada. A mi lado, en la arena, ella está entumecida por el cansancio. Aun así, cada vez que mi mano recorre su cuerpo, su carne tiembla. Y sus enormes ojos, negros con destellos azules, me miran constantemente. Puede quedarse dormido con ellos abiertos, sólo para verme. Pero no tengo paz. Inclinado sobre ellos, me parece que tienen profundidades tan vastas, ignoradas por ambos, que tiemblo. Como el viajero que, en el barco más seguro, tiembla ante las olas eternamente renovadas. " El Poder de la Palabra epdlp.com