Sentido humano (fragmento) "Una feliz coincidencia sucedió en la primavera de 1889. En el Sur de Nuestra América, en Vicuña, nació Gabriela Mistral; y en el Norte, en Monterrey, Alfonso Reyes. Sur y Norte o Norte y Sur, dos polos de nuestra América, pero no distantes, sino cercanos, a pesar de la geografía. O justamente por la geografía tan diversa, mineral y vegetal, de grandes cordilleras, de monumentales y majestuosos volcanes, poblada por humildes cerros erosionados y desiertos pintorescos, llena de lagunas dulces y saladas, bañada por los costados por hermosos, furiosos y apacibles mares verde-jade, ocre-gris, no siempre azules. Todo esto mosaico americano hace posible la unidad en propósitos, ideales y esfuerzos comunes. Doña Gabriela era del mes de abril, del día siete. Don Alfonso, de mayo diecisiete. Cuarenta días fueron la diferencia en edades, pero no en intereses intelectuales, culturales, educativos. Cada uno empezó su educación en sus pueblos natales. La joven Gabriela optó por el magisterio. El joven Reyes por el derecho. La maestra chilena empezó esa cautivadora y fascinante profesión y Reyes hizo lo mismo. Empero, la maestra se acercaba a los niños y el maestro a los obreros. Doña Gabriela empezó a escribir poesía y don Alfonso lo mismo. Y, sin embargo, ninguno de los dos dejó la prosa aunque el joven mexicano pronto se convirtió en un gran escritor y a los 22 años tenía su primer libro, Cuestiones estéticas. En cambio, doña Gabriela, su primer libro de poesía lo tuvo más tarde. Cada uno de ellos hizo su propio camino en un asunto que tanto les preocupó e interesó: América. Y cada uno de ellos creó su propia historia de su americanismo. Para fortuna de México, doña Gabriela Mistral estuvo por primera vez con nosotros en 1922, invitada por José Vasconcelos, que fue fundador y primer secretario de Educación Pública. Por el contacto que tuvo la educadora y poeta chilena con el pueblo de México, con su tierra, con su gente, nació su americanismo. Además, en México había un ambiente americano que se sentía honda y profundamente desde que se cimbraron y resquebrajaron los cimientos del régimen de Porfirio Díaz. En los años que don Venustiano Carranza fue Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, primero; después, presidente de la República, no sólo rondó la idea americana sino el presidente de México quiso que los pueblos de América supieran que este México Nuevo, el de la Revolución Mexicana, deseaba más que nunca la unidad de los pueblos americanos para hacer frente a las intervenciones armadas de los países poderosos y hacer realidad las aspiraciones de progreso económico, cultural y político en nuestras naciones. " epdlp.com |