Carta a su madre y tías (fragmento)Minerva Mirabal
Carta a su madre y tías (fragmento)

"Fueron muchas las veces que, de pequeños, cuando nos manifestaban admiración por lo que ustedes hicieron, mis hermanos y yo comentábamos por lo bajo: “…aunque hubiéramos preferido que estuvieran vivas”. Claro que no nos referíamos a que estuvieran vivas en su jardín como están ahora, enterradas en este paradisíaco vergel de la casa de Conuco, en este hermoso patio que sembraron entre todas con sus propias manos. No, nosotros las querríamos aquí, vivitas y coleando, ahora. Viejitas y achacosas para poder darles el mismo adiós con el que hace poco despedimos a mamá, a Dedé, la cuarta hermana, la que sacó los cuerpos de ustedes de la morgue y trepada con los tres féretros en la cama de un camión, gritó y voceó como trueno de búfalo a los cuatro vientos “¡Trujillo asesino!”. La que luego dedicó su vida entera a contar la historia de ustedes, sus hermanas, a todas las horas de todos los días, en todos los rincones de la casa y del jardín, del barrio y del pueblo, del país y del mundo. Dedé, inmensa en su heroicidad de impedir que nos olvidáramos de ustedes, de lo que les sucedió, de lo que costó a nuestra familia, a nuestro país y a todo nuestro planeta que las asesinaran. Gracias, mamá, esta carta también es para ti.
El pasado domingo, en Guazumal, en el monumento levantado a orillas del precipicio por donde fueron lanzados sus cuerpos tomé la decisión de escribirles esta carta en nombre de los hombres y mujeres que hoy somos sus hijos e hijas. En ese lugar -que quisiera tener el poder de borrar de este planeta- volví a sentir la misma culpa irracional de cuando siendo niña me decían que si hubiéramos ido mis hermanitos y yo quizás no las habrían asesinado porque la orden del crimen especificaba que solo se cometiera si iban menos de seis ocupantes en el vehículo. Debí pronunciar unas palabras que se atropellaron en mi garganta, que pugnaban por dejar salir del centro de mi corazón esa compulsión un poco infantil de pedirles a ustedes perdón por no haber estado ahí en el momento en que les quitaban la vida. En el momento en que poquito a poco iban quedándose sin ánimo para seguir buscando la próxima bocanada de aire. En el momento del ultimo pensamiento, de la última tentación.
¿Cuál fue ese último pensamiento Aída Patria Mercedes Mirabal? ¿Cuál fue el tuyo Antonia María Teresa Mirabal? ¿Cuándo las estaban matando, cuál fue tu última tentación, Minerva Argentina Mirabal?
¿Qué quisiste tú, mami, cuando, estrangulada y rota a palos como estabas, resucitaste de entre tus hermanas muertas ya, y tuvieron que arremeter de nuevo contra ti solita para liquidarte de una buena vez a palo limpio? ¿Quisiste pintar? ¿Verte vieja? ¿Quisiste reír? ¿Volver a ser niña? ¿Quisiste cambiarte el vestido y ponerte tu boina negra de guerrillera? ¿Quisiste haberte quedado a dormir en Puerto Plata? ¿Quisiste tenernos en tus brazos a mí y a mi hermano? ¿Quisiste a papi a tu lado? ¿O quisiste estar sola, sin nadie, sin tus hermanas, para que todo te estuviera ocurriendo solo a ti? ¿O estar leyendo en la mesita verde y blanca de la cocina de Ojo de Agua donde yo aprendí a leer libros gordos y extensos para acercarme a ti? ¿Quisiste tener superpoderes, para salir de ahí y regresar a casa con vida? ¿O, por el contrario, quisiste putearte a todos tus asesinos y cuando estuvieran chorreando su propia cobardía partirles la nuca a patadas? ¿Cuál fue, Minerva Mirabal, tu última tentación en el momento del temblor final y la mirada trémula? ¿Vivir? "



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