Emocionarte, la doble vida de los cuadros (fragmento) "—Pero, ¿de dónde ha salido esta obra? ¿Quién firma este cuadro? ¿Qué es esto? ¿Cómo se titula? —«El mundo», pone. —Es inquietante. Es misterioso. —Tiene tantas lecturas, tantas cosas que mirar, que necesitaríamos el día entero para verlo. —¡Es exquisito! Mira, mira ahí dentro. ¿Lo ves? Mira esa escena. —Si Salvador lo viera se desmayaba aquí mismo. ¡Más surrealista que el autoproclamado rey del surrealismo! —Sí, pero va más allá. Es un sueño completo, es nuestra mente cuando no podemos escucharla. Es como si alguien hubiese podido registrar con exactitud sus propios sueños, o sus pesadillas, y luego las hubiese pintado sin olvidar un solo detalle. —Es un mundo reconocible y que, sin embargo, no pertenece a ningún mundo que conozcamos. Es el mundo que se esconde debajo del nuestro. —Mira el humo de esa locomotora que se mete en el túnel. Mira, mira toda esa gente en el cine. ¡Son muchos mundos! —¡Jajaja! Y estos jugando al tenis. Y los otros, al balompié. —Y arriba esa ciudad, con sus edificios tan altos llenos de situaciones cotidianas. Y los ángeles, ¡ay!, los ángeles que sobrevuelan. ¡Y qué miedo dan estas madres con el cuerpo alambicado, sin orejas! Son como seres de otro planeta; ¿las ves?, justo delante, con esas caras, mirándonos sin vernos, claro, porque tienen los ojos cerrados. Esa conversación imaginaria la habrían podido tener perfectamente en 1929, en el Salón de Otoño de Madrid, Federico García Lorca, Jorge Guillén y Ramón Gómez de la Serna después de quedar boquiabiertos ante Un mundo, la obra de una joven de la que nadie había oído hablar, la pintora Ángeles Santos. " epdlp.com |