Churchill (fragmento)Andrew Roberts
Churchill (fragmento)

"Como buen aristócrata, no era en modo alguno esnob. Una de las cosas que deseaba preguntarle a Adolf Hitler respecto de los judíos era esta: «¿Qué sentido tiene oponerse a un hombre por la simple razón de su nacimiento?». Sus amigos más íntimos procedían de un amplio círculo social. De hecho, si de algún pie cojeaba era del que le inducía a mostrar una especie de debilidad por los advenedizos, como sus compañeros Brendan Bracken y Maxine Elliott. Una de sus amistades más próximas diría de él: «Está imbuido de un sentido de la tradición histórica, pero no le atan prácticamente nada los convencionalismos». Esto puede apreciarse en sus excéntricos gustos en materia de vestimenta, como el mono de trabajo y los zapatos de cremallera, así como en la estrafalaria irregularidad de sus horarios. Le gustaba hacer caso omiso de las reglas jerárquicas, lo que muchas veces encolerizaba a quienes le rodeaban. «Soy arrogante», diría en una ocasión de sí mismo, en un perspicaz ejemplo de autocrítica, «pero no engreído». En el mundo actual, todo aquel que dé muestras de creerse dotado de privilegios de naturaleza aristocrática resulta consideradamente reprensible, pero Churchill rezumaba ese tipo de actitud, lo que afectaba al comportamiento que mantenía en todo. Ese carácter explica, por ejemplo, que estuviera dispuesto a gastar alegremente un dinero que no tenía. Vivió su existencia al estilo aristocrático a pesar de no poder permitírselo —pero eso mismo llevaba ya el sello de la aristocracia—. Pedía que le ampliaran el crédito, apostaba grandes sumas en los casinos, y tan pronto como se vio en una posición realmente boyante —lo que no le sucedería hasta cumplidos los setenta— se dedicó a comprar caballos de carreras. "


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