Las estaciones (fragmento) "Las sombras se alargan y llega el invierno, entumeciendo las almas. Maquiavelo vivió todo eso: palabras congeladas en labios cerrados y la imposibilidad de poner nombre a aquello en lo que se estaban convirtiendo. Vivió ese movimiento lento e inexorable a través del cual todo un lenguaje político se torna obsoleto. Ese lenguaje que tanto le había gustado aprender en los libros se ha vuelto inoperante para nombrar con exactitud “la verdad efectiva de las cosas”. Entonces, cuando el pasado reciente ya no puede ayudarnos, ¿por qué no recurrir a aquellos a los que Maquiavelo llama “sus queridos romanos”, sumergirnos en los textos antiguos como en un gran baño refrescante y llamar “antigüedad” a esa manera revitalizada de reactivar nuestro futuro? ¿Es eso acaso lo que denominamos Renacimiento? Puede ser, pero solo si somos capaces de mirar con lucidez tras los tonos inocentes y ñoños que adornan esa primavera para distinguir la brutal ferocidad de los cuadros de Botticelli. Nadie mejor que Maquiavelo para enseñarnos a perder la inocencia. Por eso ha sido, a lo largo de la historia, nuestro gran aliado para las malas épocas. En mi caso, me resultaría difícil decir que trabajo sobre Maquiavelo; diría más bien que trabajo con él, como si fuera un hermano de armas, por más que ese francotirador suela ubicarse siempre en los puestos de avanzada, obligándonos a leerlo no en tiempo presente, sino como una señal del futuro. " epdlp.com |