Grif: Una historia de la vida colonial (fragmento)Benjamin Farjeon
Grif: Una historia de la vida colonial (fragmento)

"Formaban una pareja extraña. Una, una joven rubia, con un rostro tan dulce y afable que quien lo contemplaba en reposo se alegraba al verlo. Un rostro dulce y bello; un rostro para amar. Una mirada de tristeza se reflejaba en sus ojos castaño oscuro, y en el borde, que velaba a medias su belleza, se veían rastros de lágrimas. El otro, un chico raquítico y harapiento, con el rostro picado de viruela, ojos atrevidos y descarados, con una sonrisa maliciosa que se dibujaba con demasiada frecuencia en sus labios. La mano de él sostenía su mejilla; la de ella reposaba ociosamente sobre su rodilla. El resplandor intermitente del escaso fuego iluminaba a ambos: y al mirar a una, tan pequeña y blanca, con las venas azules tan delicadamente trazadas; y al otro, tan áspero y calloso, con cada tendón denotando fuerza muscular, uno se preguntaba por qué misterio de la vida los dos habían llegado a ser compañeros. Sin embargo, por extraño que fuera el contraste, allí estaban sentados, ella en el taburete, él en el suelo, como si estuvieran acostumbrados a la compañía mutua. Sumida en sus pensamientos, la muchacha permanecía sentada, quieta e inmóvil, contemplando el fuego. Los matices de expresión que cruzaban su rostro eran de naturaleza melancólica; los reflejos de su imaginación en el resplandor intermitente no le traían nada placentero. No podía mirar muy lejos en el pasado, pues apenas tenía diecinueve años; pero por breve que hubiera sido su experiencia con los problemas de la vida, fue lo suficientemente amarga como para entristecer sus ojos con lágrimas y hacerla temblar como si estuviera sufriendo. Los pensamientos del muchacho no eran para sí mismo; eran para ella, como lo demostraba su mirada ansiosa a la cara cada pocos momentos en silencio. Que no encontrara una mirada recíproca evidentemente lo preocupaba; la miraba furtivamente con inquietud, y luego la tiraba suavemente de la manga. Al ver que esto no atraía su atención, se movió inquieto en su asiento y con voz ronca gritó:
¡Aliado!
—Sí —respondió ella con tono ausente, como si respondiera a la voz de su fantasía.
"



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