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En el castillo y en la casa solariega (fragmento) "Franc vino a anunciar que el carruaje estaba delante del castillo. —¡Adiós, pues, y que nos volvamos a encontrar felices! —dijo la señora, dándole la mano. Él la besó con cariño y, al levantar la cabeza, vio una lágrima en su ojo. Frente al castillo, alrededor del carruaje de la señora y el señor, se encontraba la mitad de la población. El señor seguía dando órdenes al mayordomo, Kalina estaba triste, Klárka cogía de la mano a su madre, llorando, Vojtěch sostenía a Jolínka en brazos, también lloraba, y Emil quiso consolarlo diciéndole que le escribiría, también triste. La señora, al salir, saludó a todos con un gesto amistoso; besó a Klárinka en la frente, también a Vojtěch, y acarició a Jolínka, diciendo: «Quiérelo, Vojtěch, sé bueno y aprende». Entonces dejó que el médico la subiera al carruaje, lo observó una vez más y se acurrucó entre los suaves cojines. En un instante, el señor y Emil estaban sentados a su lado, y los sirvientes ocupaban sus lugares, y al mismo tiempo, con el canto de los pájaros, abandonaban el paisaje otoñal en busca de un cielo más azul, un sol más cálido. "¡Cuántos miles de almas como tú gimen en las cadenas de la vanidad, la futilidad y los prejuicios, sin fuerza suficiente para sacudírselos de encima!", se dijo el médico, mirando a los que se marchaban. —¿Y espera, doctor, que la ayuden, que el tratamiento tenga éxito? —preguntó Kalina. —Eso espero; su corazón está sano y su voluntad es buena —respondió el doctor, ya solo con sus pensamientos, y tomando a Vojtech de la mano, se volvió hacia el castillo, diciendo: —Ahora a estudiar, si quieres ser médico." epdlp.com |