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Amor, ira y locura (fragmento) "Estoy entre bastidores y me creen inexistente. Soy yo la directora de escena del drama. Los empujo a la escena, hábilmente, sin dar la impresión de intervenir, y sin embargo los manejo. Aunque sólo sea por esa manera de animar a Félicia a que descanse en su tumbona, en el balcón, cuando sé que Annette y Jean Luze se quedarán solos, abajo, en el comedor… Cierro las puertas, indiferente en apariencia, y espero. Guardan silencio mientras se devoran con la mirada, el corazón al asalto, los sentidos derretidos. Aún no ha llegado el momento. Annette no puede olvidar que Jean Luze es su cuñado, y éste, que Annette es la hermana de su mujer. Todos tenemos desde hace algún tiempo un aire de perros rabiosos, acosados como estamos por el temor, el verano, el sol, la hambruna y todo cuanto ello acarrea. Los responsables son los ciclones que Dios ha desencadenado sobre nosotros para castigarnos por lo que el padre Paul llama nuestra impiedad y nuestras debilidades. Un sol terrible del pleno verano haitiano nos saca la lengua. Una lengua gruesa, gigantesca, cargada de efluvios, que nos lame la piel del cuerpo y nos corta la respiración. Nos abrasamos en el lugar. Nuestro sudor no para de chorrear. No hay agua ya en la atmósfera y el café, única riqueza de este lugar, se está desecando. Veo llegar el momento en que Eugénie Duclan, amiga personal del padre Paul, el cura párroco, organizará procesiones para influir en las nubes." epdlp.com |