El último hombre blanco (fragmento)Mohsin Hamid
El último hombre blanco (fragmento)

"Anders y Oona no hablaban demasiado del pasado, pero la madre de Oona, la abuela de la niña, lo hacía mucho más e intentaba transmitirle el sentido de cómo había sido todo, de dónde procedían realmente, de la blancura que ya no se veía, pero seguía formando parte de ellos, y la niña le tenía cariño a su abuela, y era bastante tolerante con ella, y por eso sorprendió tanto a su abuela cuando la detuvo un día, tomó las manos de su abuela y dijo basta, eso fue todo, solo una palabra, basta, y no fue gran cosa, pero removió profundamente a su abuela porque fue capaz de comprobar hasta qué punto la niña estaba avergonzada, y no avergonzada de sí misma, sino avergonzada de ella, de su abuela, y su abuela sintió una llama de ira en ese momento, aunque más que ira lo que sintió fue una pérdida, una poderosa sensación de pérdida, pero la niña no le soltó las manos, se aferró a ellas y observó las emociones que ardían en los ojos de su abuela, y cuando las emociones ardieron un rato se empezaron a calmar y la niña acercó la cara y besó la piel finísima de los nudillos de su abuela, los labios suaves, un toque de humedad, y esperó hasta que su abuela finalmente sacudió la cabeza y, de alguna manera, acabó sonriendo."


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