Tres días de camino (fragmento)Joseph Boyden
Tres días de camino (fragmento)

"Estos últimos años ha vivido situaciones mucho más peligrosas de las que viviría nadie en cien vidas. Pero no puedo evitar preocuparme.
Cuando me acerco a él con la canoa, veo que se ha quitado la chaqueta y que se aguanta el brazo delgado con una mano. Me acerco más y veo que se ha clavado algo en el brazo, una cosa que se arranca justo en el momento que levanta la cabeza y me ve.  El cuerpo se le ha relajado y por unos instantes me mira con cara de culpable, pero cuando llego hasta él, sus ojos son como el río oscuro iluminado por el sol.
Estoy más tranquila una vez que ya está dentro de la canoa y remando nos alejamos de la ciudad. Huele el mismo olor que en la Factoría Moose, ese aroma de madera quemada que no puede disimular el hedor de putrefacción que se cierne debajo. Él rema un rato, pero lo hace sin ánimo.
Digo a Xavier que se estire sobre la mochila y que descanse, porque como vamos en dirección norte, tengo la corriente a favor y es muy fácil. Parece que no lo sienta. Le toco el hombro con la punta del remo. Se gira. Se lo repito y él me mira la boca muy concentrado. Se vuelve a tumbar sin decir nada y yo remo y adentro la canoa en el bosque, mirándole de tanto en tanto la cara delgada a la claridad del sol, una cara que debe haber envejecido demasiado deprisa. Él duerme, pero no tiene un sueño tranquilo. Se mueve y la mano le tiembla. Llama y esto lo despierta. Se sienta, mete la mano en el río y se la pasa por la cara. Tiene la camisa empapada de sudor. Está muy enfermo. La fiebre lo quema por dentro. Voy remando por el río en silencio.
Me lo tomo con calma, creo que es agradable no tener que hacer esfuerzos continuamente, no tener que luchar contra la corriente. Tan sólo hace un par de días, tuve que mover los remos con tanta fuerza que los brazos me quedaron insensibles y me destrocé la riñonera. Ahora que volvemos a casa, tengo el lujo de la corriente a mi favor, en dirección norte, hacia la bahía de Great Salt, hacia el lugar que los que se llevaron a mi sobrino llaman bahía de Hudson. Me costó una semana de duros esfuerzos remontar el río, pero con el viento y el tiempo a favor, nuestra casa está a tres días de camino, remando. Tengo muchas preguntas que hacer a Xavier y por dentro me siento como una criatura que anhela para hacérselas. Pero soy paciente. Sé esperar.
No hemos ido muy lejos y el sol me indica que ya es hora de preparar el campamento. De todas formas, no quiero forzarlo. Sin prisas. Estamos en verano.
Debido a que los insectos pican más justo antes y durante el atardecer, busco una isla en el río donde no nos molesten tanto. Más adelante diviso una buena que tiene una playa de arena y trozos de leña para encender fuego.
Llevamos la canoa a la orilla y me pongo a plegar leña. Mi sobrino trata de ayudarme, pero las muletas se le hunden en la arena fina y se desanima."



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