La vida entera (fragmento)Juan Martini
La vida entera (fragmento)

"Entonces, cuando comenzaba a creer que ya no debía esperar nada, muerto como estaba, que no podía ofrecerse desmantelado a una esperanza final, a una quimera, porque nadie apostaría o pagaría rescate por un buey en las últimas, cuando desconfiaba de que algo pudiese encenderlo nuevamente, ponerlo en marcha, cuando se convencía de que hasta el Oriental habia ahuecado ante la desgracia próxima, entonces, desde el fondo, surgió la Rusita, sonriente, luminosa, evolucionó por las brumas del Internacional, se abrió paso entre los hombres, las mesas, las botellas vacías que rodaban por el suelo, se acercó, se sentó a su lado, puso las manos sobre las manos del Oso Leiva, dijo:
­¿Cómo estás? ¿Puedo sentarme con vos?
Alegre, los ojos muy claros y brillantes, el pelo rojo y enrulado, la piel cubierta de pecas pardas, pequeñas, infinitas, como un espejo del cielo, blanco y extraño.
­Rusita ­murmuró el Oso Leiva, mirándola, acariciándole las manos . Tanto tiempo...
Ella movió la cabeza varias veces, gestos cortos que agitaban sus rulos, diciendo que si, sonriendo con los labios cerrados, apretados, con un par de hoyuelos en las mejillas que la rejuvenecían, diciendo que si, aceptando en silencio que seguramente había pasado mucho tiempo. "



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