Juego y distracción (fragmento) "Algunas cosas las vi, otras las descubrí y otras las soñé. Pero mis sueños son tan importantes como todo lo que adquirí furtivamente. Más importantes, porque son lo intuitivo en su estado más puro. Sin ellos, los hechos no son más que una especie de despojos, como cuentas sueltas de un collar. Los sueños son tan veraces y manifiestos como las verjas de hierro de Francia, que centellean negras en la lluvia. Más veraces, quizá. Son el esqueleto de toda realidad. Soy el perseguidor. La esencia de lo cual consiste en que soy el que sabe, mientras que Dean ignora, pero aún así distamos de estar al mismo nivel. Para empezar, haga lo que haga, nunca lo descubro todo. Esto basta para que él gane. Nunca puedo anticiparme; él se mueve primero. Yo soy sólo el criado de la vida. Él es su habitante. Y, ante todo, no puedo hacerle frente, ni siquiera imaginar algo así. La razón es simple: le tengo miedo, como a todos los hombres que tienen éxito en el amor. Ésa es la fuente de su poder. Ella le esperaba a las seis. Ya había oscurecido y circulaban por el hormigueo de las calles, rebasando tiendas que permanecían abiertas hasta tarde, con los escaparates iluminados. Ella sube a recoger sus cosas, incluida su pequeña radio, y van a St. Leger, una pequeña ciudad fabril, la suya. Su casa está junto al canal. Aparcan allí y Dean la espera en el coche. Llovizna. Por la calle oscura hay todavía hombres que vuelven a casa del trabajo, silbando. No los ve. Sus voces le llegan inesperadamente, como las de una iglesia. Guarda silencio. Les escucha toser, pasar, y luego se apea para recorrer la orilla del canal. Pasan bicicletas. " epdlp.com |