La penúltima versión de la Colorada Villanueva (fragmento)Marta Lynch
La penúltima versión de la Colorada Villanueva (fragmento)

"Entra en la habitación como si algo -¿el aire?- la empujase hacia adelante. Entra, respirando ansiosamente por la boca sobre la que se conserva un aire niño, quizá, los dientes algo prominentes, no mucho, sí lo suficiente para dar a su fisonomía aquel envidiable aire juvenil, aire de zorra, zorra también en el pelaje rojizo que ondea algunos centímetros arriba de los hombros; rojizo con ayuda de Joseph y así es Joseph quien la llama afectuosamente: su turno, venga de una vez, Colorada. La llamaban Colorada sus padres, sus maestros, los chicos de la cuadra, único ámbito memorable por el que transitó su infancia. Y aunque no lo era del todo – oh no, sólo una argentina típica y castaña- siempre le gustó el apodo. De adolescente, hurgaba sus brazos y sus piernas para descubrir el vello rojizo que la destacaba entre las demás. Una colorada en el barrio de Belgrano, Buenos Aires, no era común. Y entra, echando aires, un poco porque siempre le ha costado desplazarse –sus pulmones, su tos constante-, otro tanto porque ha crecido, ya es casi lo que la gente llama una mujer mayor; y de mayor se va perdiendo la seguridad en el trato, la forma de mantenerse erguida o de sentarse. Como un viento de confuso origen ella siente que su estadio de mujer mayor le quita oportunidades de gracia y de estabilidad. Están las manos que –como otrora, a los trece, por ejemplo- se convierten en instrumentos difíciles de manejar. Están las piernas, más pesadas. Están los ojos y el cabello, colorado con la ayuda de Joseph, tan espeso y compacto, todavía legendario. "


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