Mi padre, de Crónicas contra los bribones "Tenía un gran taller. Era parte del orbe. Entre cueros y sueños y gritos y zarpazos, él cantaba y cantaba o se ahogaba en la vida. Con Forero y Arteche. Siempre Forero, siempre con Bazetti y mi padre navegando en el patio y el amable licor como un reino sin fin. Fue bueno, y yo lo supe a pesar de las ruinas que alcancé a acariciar. Fue pobre como muchos, luego creció y creció rodeado de zapatos que luego fueron botas. Gran monarca su oficio, todo creció con él. La casa y mi alcancía y esta humanidad. Pero algo fue muriendo, lentamente al principio; su fe o su valor, los frágiles trofeos, acaso su pasión, algo se fue muriendo con esa gran constancia del que mucho ha deseado. Y se quedó un día, retorcido en mis brazos, como una cosa usada, un zapato o un traje, raíz inolvidable quedó solo y conmigo. Nadie estaba a su lado. Nadie. Más allá de la alcoba, amigos y familia, qué sé yo, lo estrujaban. Murió solo y conmigo. Nadie se acuerda de él. " epdlp.com |