El tormento de los saquitos de cuero (fragmento) "Un arpía cualquiera iba de día y se encargaba de lo indispensable. En la cocina, él solía pararse detrás de ella para cerciorarse de que no le pusiera demasiada grasa al sartén. Yo mismo llegué a verlo. Cuando iba a verlo, mi criado tenía que empacarme comida, pero no sólo eso, si únicamente quería tomarme una taza de té, debía disponer que me llevaran todo: servicio, té, azúcar, incluso el alcohol para la tetera. Un día no llevé nada y él, con tranquilidad, se comió a cucharadas su sopa de pan viejo mientras yo lo miraba. Nunca me ofreció nada, ni siquiera tabaco para fumar pipa. " epdlp.com |