Los demonios (fragmento) "Por las ventanas inclinadas se ve a lo lejos. El tragaluz con doble acristalamiento permite que una catarata de claridad se derrame en el interior. Uno se sienta en lo alto como en el puesto de combate de un artillero que estuviera de centinela o en la torre de un faro. Se encuentra por encima de la ciudad y tiene justo enfrente el paisaje de montañas que trazan la línea del horizonte con sus ondulaciones. Bajando hacia la derecha todo es indefinido; detrás de los bloques de viviendas que van encadenándose, realzados muchas veces por la luz del sol que destaca uno u otro, se abre una depresión colorida y vaporosa: la llanura que huye hacia Hungría. A mano izquierda se termina la montaña, acaba abruptamente, lanza desde la altura una mirada que penetra ya en otra región. A mis pies se extiende la ciudad jardín del extrarradio con tejados planos o puntiagudos, que revolotean dispersos en el verde de por aquí o se reagrupan más allá en torno a la maciza figura de una iglesia románica que, con sus dos amplias torres, planta dos pilares a la entrada del vasto cielo henchido de nubes. (...) Y, sin embargo, es un hecho que no habría más que tirar de un hilo cualquiera del tejido de la vida para que éste la recorriera por completo y en su recorrido fuera abriéndola y dilatándola hasta que los demás también se hicieran visibles, desprendiéndose unos de otros; pues en un mínimo recorte de la historia de cualquier vida está contenido su conjunto, hasta se podría decir que está inserto en cada instante en particular, en la voluptuosidad, la desesperación, el aburrimiento o el triunfo que llenan igual que la pala de una excavadora el cubo de los segundos que se acercan corriendo con su tictac y luego se alejan fugitivos. " epdlp.com |