De las campanas (fragmento) Chateaubriand
De las campanas (fragmento)

"Es cosa que maravilla ver cómo se ha hallado un medio seguro de producir en un mismo instante, merced a un golpe de martillo, un mismo sentimiento en mil corazones diferentes, obligando a los vientos y a las nubes a hacerse intérpretes de los pensamientos humanos. Considerada luego como armonía, la campana es de esa belleza de primera clase que los artistas denominan lo grande. El fragor del trueno es sublime, y lo es tan sólo por su majestad; lo mismo acontece respecto del estrépito de los vientos, de los mares, de los volcanes, de las cataratas y de la voz de todo un pueblo.
(...)
Aún despierta sentimientos más dulces el sonido de las campanas. Cuando en el tiempo de siega, y al rayar el alba, se oye con el canto de la alondra el grato repique de las campanas de nuestras aldeas nos parece que el ángel de las mieses, para despertar a los trabajadores, suspira en algún instrumento hebreo la historia de Séfora o de Noemí. Tanto esa campana, agitada por los fantasmas en la antigua capilla de la selva, como la que para alejar la tempestad hecha a vuelo en nuestros campos un religioso temor, y la que por la noche se tañe en algunos puertos de mar para dirigir al piloto a través de los escollos, tienen en sus confusos rumores sus encantos y maravillas. En una sociedad bien dirigida, el toque de rebato excita la piedad y el terror y despierta de esta manera las dos fuentes de las grandes emociones trágicas."



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