Los caballos (fragmento) "El overo viejo era un típico caballo criollo y un típico gaucho viejo traducido a caballo. Era feo, de poca alzada, peludo, con aire de pobre; era fuerte, “sufrido”, taciturno, receloso, pueril, supersticioso, lo contrario de efusivo, fatalista, sentencioso, “alunado”, limitadísimo, con corajes y cobardías extrañamente trenzados, con un número de las quejumbres y alguna de las compadradas de Martín Fierro, con mucho del Viejo Vizcacha… Y era también a su modo un sabio. Don Leopoldo lo compró por cinco pesos – cayéndose de flaco y bastereado desde la cruz del riñón – a un tropero de cara cuchillera que venía del norte. No había en la estancia caballo más viejo que él; ni más “caminado”, tampoco. Había sido caballo de inspector de sarna, de milico, de contrabandista, de tropero y hasta de ladrón; había tirado del carro de un turco mercachifle – cosa que ocultaba -, pretendía haber ayudado a un matrero y mentía como un niño cuando hablaba de Aparicio Sarabia, porque cualquiera podía sacar la cuenta de que no había sido él sino algún antepasado de heredadas memorias quien sirviera, allá por el 97 y por los peleadores comienzos de este siglo, en aquellas patriadas malhumoradas y viajadoras – turísticas, diríamos hoy – que garabateaban de idas y venidas y puntuaban de fogones con asados épicos el mapa del país. " epdlp.com |