La historia maravillosa de Peter Schlemihl (fragmento)Adelbert von Chamisso
La historia maravillosa de Peter Schlemihl (fragmento)

"Pienso de nuevo en el primer mundo, desde la escuela del grisáceo cabello y me confieso vencido por el falso pudor. Nunca he perdido mi sombra ni el deseo de perdón umbrío en un ensueño ininterrumpido. (...) Bien. Era temprano. En seguida abrí mi bulto y saqué mi levita negra recientemente vuelta, me vestí pulcramente con mis mejores ropas, cogí la carta de recomendación y me encaminé al instante hacia el hombre que debía ser útil a mis modestas esperanzas. No bien hube subido la larga calle del Norte y llegado a la Puerta, vi resplandecer las columnas a través del follaje. «Así que aquí es», me dije. Quité el polvo de mis zapatos con el pañuelo, arreglé mi corbata y, encomendándome a Dios, tiré del cordón de la campanilla. La puerta se abrió. En el vestíbulo hube de soportar un interrogatorio, pero el portero me hizo anunciar y tuve el honor de ser llamado al parque, donde el señor John se paseaba con un pequeño grupo. Le reconocí inmediatamente por la autocomplacencia que irradiaba su robusto cuerpo. Me recibió muy bien, como un rico a un pobre diablo, e incluso se volvió hacia mí sin dar la espalda a los demás para coger de mi mano la carta que le presenté.
—Vaya, de mi hermano. Hace mucho que no he sabido de él. Supongo que anda bien de salud, ¿eh? —y sin esperar mi respuesta, indicando con la carta una colina, prosiguió—: Allí es donde hago levantar el nuevo edificio. Rompió el sello, sin interrumpir la conversación, que derivó sobre el tema de la riqueza. "



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