La Leyenda del árbol de Navidad "Ni bajo la bóveda dorada de un imponente palacio, Ni para la felicidad y bienestar, ni para la corona real, En el refugio olvidado de los pastores de Belén, ¡Naciste desnudo y pobre, oh! Rey de los incontables mundos Con cuidado, como algo sagrado, Su Madre lo tomó en brazos Admirando la belleza de Su frente impasible. Toda la naturaleza se alegraba, majestuosa y clara. Y a los píes de Cristo-Niño, llevaba sus dones. Cerca de la cueva, crecían tres altos y orgullosos árboles. Y guardaban la entrada con sus entrelazadas ramas El verde Abeto, el Olivo y la Palmera de abundantes hojas, Allí se encontraban formando una pared impenetrable. y ellos y como toda la naturaleza, todos los seres terrestres, Querían traer su don ¡para marcar el Santo festejo. La Palmera dijo inclinando de orgullosa altura Como una corona real, sus hojas, color esmeralda; "Cuando, perseguido por la maldad de crueles enemigos, Tu, Señor, vas a buscar un refugio En la planicie de ilimitadas arenas Como un fugitivo deambulando en el desierto Te abriré una tienda verde, te extenderé un tapiz de flores Ven a reposarte bajo el pacífico techo. Donde hay una agradable y traslúcida sombra." Cargado de frutos, con orgullosa alegría Se incclinó el Olívo y dijo: "Señor, cuando Tu seas Abandonado sin comida, por gente mala, Te extenderé generosamente mis ramas Y sacudiré, al suelo, mis dorados frutos." Mientras tanto, en un pesado, temeroso y modesto silencio El verde Abeto se sentía triste Vanamente pensaba, buscaba y no podía encontrar Nada para dar al niño Jesús. Agujas, secas y punzantes, que repelen la mirada, Le fueron otorgadas por el destino injusto. El pobre Abeto se sintió muy apesadumbrado. Como de un sauce, sobre el agua, sus ramas se inclinaron tristes. Y de vergüenza y sufrimiento secretos La resina transparente, como abundantes lagrimas, Comenzó a gotear — mientras todo gozaba y sonreía alrededor. "Estas lagrimas, una estrellíta, vió desde el cielo. Con un suave susurro dijo algo a sus compañeras. Y, de repente, cayeron — oh milagro! Las estrellas como una lluvia de oro Cubriendo a todo el Abeto oscuro El palpitó, levantó orgulloso sus ramas Apareciendo al mundo, por vez primera Adornado de intensas luces. Desde entonces, hasta ahora niños Hay una costumbre entre los hombres, De adornar al árbol de Navidad con estrellas de luz. Cada ano, el brilla en el día del festejo Y con sus luces nos anuncia la luminosa fiesta de Navidad! " epdlp.com |