Zurzulita (fragmento)Mariano Latorre
Zurzulita (fragmento)

"La muerte repentina de su padre fue para Mateo Elorduy un despertar doloroso a la realidad del vivir. Desde el día del entierro, su espíritu impresionable se torturaba agudamente o se abatía, desfallecido, en el cansancio de la sensibilidad. La gris monotonía que rezumaba el poblacho agrícola de Loncomilla, a través de sus casuchas soñolientas y sus calles llenas del barro negro de las lluvias recientes; el nicho aislado y triste donde dormían los huesos de su padre, en un rincón del cementerio aldeano; la pequeña agencia, hoy día cerrada, mostrando a los pocos transeúntes los desteñidos cuarterones de sus puertas coloniales; el silencio de la gran casa lugareña donde pasó su vida y que llenaba antes la alta figura de su padre, con sus espaldas cargadas de sexagenario y el arrastre cansado de sus chinelas por las tablas de la galería, a través de cuyos vidrios, bronceaban las copas de dos viejos naranjos, desfilaban por su cabeza afiebrada como una loca cabalgata o se fundían bruscamente en la sombra de sus nervios agotados; un llanto dulce de hombre nervioso que humedeció un momento el ardor de sus mejillas, concluyó por desahogarlo de esta dolorosa angustia; era una suavidad consoladora como un buen sueño; pero también después de esta crisis el cerebro vio más claro. Mateo se dio exacta cuenta de su aislamiento espiritual, de la soledad con que la vida lo rodeaba. "


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