Una bolsa de canicas (fragmento)Joseph Joffo
Una bolsa de canicas (fragmento)

"Maurice, dijo de repente en la plaza: Debes irte, ya es casi de noche. Era cierto. Las primeras brumas de la tarde se levantaban tras la cúpula rosa. Abajo, la ciudad se expandía bajo el aspecto del cabello canoso de un anciano. Contemplamos el paisaje durante unos instantes sin decir nada. Me encantaban los techos, los monumentos que se desvanecían. No sabía que no volvería a ver ese paisaje tan familiar. No sabía que en unas horas ya no sería más un niño. Calle de Clignancourt. La boutique estaba cerrada. Muchos de nuestros amigos se habían ido durante algún tiempo. Mamá y papá hablaban entre ellos y les escuché susurrar algunos nombres de clientes habituales que solían quedar para tomar un café. Hubo otras palabras que nombraron con frecuencia: carnet, comando, línea de demarcación...Los nombres de estas ciudades también: Marsella, Niza, Casablanca.
Mis hermanos se habían marchado al comenzar el año. No comprendía lo que estaba sucediendo y en la sala de estar sólo permanecía fiel el eterno Duvalier. Sin embargo, fue la primera vez que en plena semana papá había corrido las cortinas.
Su voz llegó a nuestra habitación desde las escaleras. Estaba tumbado en la cama de Maurice, las manos tras la nuca, mirando a través de nuestros ojos. Tras entrar nosotros, se sentó.
Maurice y yo nos sentamos cerca de él, sobre la otra cama. Comenzó entonces un largo monólogo que resonaría en mis oídos durante muchísimo tiempo, para siempre.
Maurice y yo le escuchamos como nunca antes habíamos escuchado a persona alguna. "



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